viernes, 27 de abril de 2012

Cursus Honorum: una carrera política en Roma


 Hoy la política forma parte de nuestras vidas de una manera abrumadora:   televisión, prensa escrita o   internet nos ponen al tanto de  elecciones generales, autonómicas o municipales,  parlamento, senado,  cortes de justicia,  partidos políticos….   Pero  ¿te has preguntado alguna vez de dónde nos  viene esta afición a la política?  ¿Te has preguntado quiénes son estas personas  que dedican su vida a la política , por qué lo hacen o cómo se preparan para ello?

Había en Roma dos maneras de hacer carrera: una era la  vía militar y otra  la  vía política. La vida militar tenía como  escenario el campo de batalla en el que los soldados y sus mandos se curtían  luchando con el enemigo - hostis-  por los confines del imperio  En la política el campo de batalla estaba más  cercano, en la misma Roma, concretamente en el foro: el corazón de la vida  ciudadana de Roma., un lugar semejante al ágora griega en el que se desarrollaban las actividades más importantes para los ciudadanos:  comercio,  reuniones políticas, asambleas, escuelas, reuniones sociales y literarias, tribunales de justicia...Aquellos hombres que habrían de dedicar su vida a la política o en palabras romanas, recorrer el “ cursus honorum”,  tendrían que vérselas con un enemigo diferente, un rival al que llamaremos inimicus ( concepto bien diferente del  de hostis). 

Senado Romano. Fotograma de la serie de TV  Roma 
 Como bien entenderás, en la primera parte de la historia de Roma ( época monárquica) no había posibilidad de carrera política ya que el rey ( rex ) reunía todos los poderes en una sola persona.  Como mucho, tenía un Consejo de ancianos ,  Senatus,  que lo asesoraban en sus decisiones.  Recuerda que "senatus" procede de la palabra latina "senex", anciano, que probablemente  reconocerás en expresiones comunes por ejemplo en el deporte como categoría senior.
  
Una vez que los romanos se deshacen del último rey ( Tarquinio, el soberbio) a finales del s. VI aC, durante el período republicano el poder queda repartido entre unas personas que  reciben el nombre de magistrados ( de la palabra magister, maestro,  persona que sabe más) y que van a desempeñar diversas funciones denominadas  magistraturas.   Debían además cumplir una serie de requisitos: una cierta edad ( a partir de 29 años) para iniciar  lo que llamaríamos la carrera política o cursus honorum ( carrera de los honores), y  no tener delitos , juicios pendientes, o condenas.
  
Las magistraturas intentaron evitar los errores y excesos que el poder real había evidenciado, sobretodo la arbitrariedad. Así pues, observaremos que, salvo excepciones, el poder nunca se concentra en una persona. Todas las magistraturas del cursus honorum son colegiadas, es decir , formadas por dos o más miembros.  Cada magistrado pues, contaba con uno o varios colegas  desempeñando el mismo cargo.   Para evitar la arbitrariedad de que hacían gala los reyes ( hacer lo que a uno le venga en gana), se establece como  elemento de control el derecho a veto, lo cual obliga a los magistrados a actuar de común acuerdo, a buscar eso tan difícil de hallar ( según parece)  que llamamos consenso. ¿No os suena algo similar en la ONU?

Otro de los errores de la monarquía era  su duración y la manera en que el poder se perpetuaba generación tras generación en las mismas manos. Contra esa enfermedad también buscaron su remedio: las magistraturas tenían una duración muy , muy limitada: un solo año.  Aún en el caso de llegar al consulado, lo más alto en el escalafón, un ex senador  debía esperar diez años para volver a presentarse a unas elecciones.  La mayor parte,  dada su avanzada edad y el desgaste que conllevaba, acababan su  carrera política en un honroso retiro  dedicado a tareas literarias, agrícolas o a tareas políticas menos agobiantes  como Senadores o Censores ( de los que ya hablaremos más adelante).

Hoy igual que ayer, ayer igual que hoy la política es una carrera de fondo y es habitual iniciarse en la vida política desde muy joven, escalando poco a poco los peldaños de las estructuras de los partidos políticos.  Para iniciarse en las magistraturas el ciudadanos romano debía tener un mínimo de 29 años. Esta condición  buscaba que los aspirantes hubieran alcanzado la plena madurez como hombres y dada la esperanza de vida de un romano, equivaldría a  tener  unos 40 años en la actualidad.

No obstante  debemos destacar que la mayoría de los jóvenes de  buena familia que aspiraban  una carrera en el foro  ya  habían empezado a  frecuentar los ambientes políticos desde  sus 17 y 18 años, algunos incluso antes,  aconsejados y guiados por sus padres o familiares  que ya se  dedicaban  a estos menesteres. Diríamos, pues,  que la política era algo que se llevaba en la sangre. 

 Las cosas  no han cambiado mucho desde entonces ¿no?. Fíjate si no en el caso de los Kennedy de USA, o  las tres generaciones de Papandreu o las cuatro de los Venizelos en Grecia ; o en los  Le Pen , padre e hija , de Francia…  ).

Juventudes socialistas de Andalucía

  Pero no nos vayamos lejos y miremos nuestro  país: algo similar puedes observar si analizas la vida política española  y  piensas en las  juventudes socialistas o del PP .   Hoy en día cualquier ciudadano español, tú mismo,  podrías ( cumpliendo ciertos requisitos)  desempeñar un cargo político. Por lo menos tienes el derecho reconocido por la constitución. Pero suele ser más habitual que se empiece por  pertenecer a un partido y en  los partidos hay una jerarquía, un orden de categorías que hay que seguir escrupulosamente escalando puestos hasta lo más alto. Cuanto más alto se está en esa jerarquía , más importantes son los cargos políticos a los que se aspira ¿ no?   Nihil novi sub sole , decían los romanos.¡ Cuánta razón!  

A la carrera política,   Cursus Honorum ( literalmente  "carrera de los honores" )   sólo podían aspirar a ella los ciudadanos romanos ( no todos los que vivían en Roma eran ciudadanos, al igual que no todos los que viven en España tienen el  rango de ciudadanos españoles). El ser ciudadano Romano  otorgaba el " Ius Honorum", o sea, el Derecho a  los honores, a aspirar a cargos políticos.

Piensa en los paralelismos con la política nacional, y verás lo importante que aún es este derecho en nuestra política.  Antes  de la Comunidad europea, sólo los ciudadanos españoles podían elegir y ser elegidos; sólo cuando la nacionalidad se ha ampliado en la nueva supranación europea,  los ciudadanos de la comunidad europea ( y algunos más)  pueden también aspirar a presentarse a las elecciones y votar en ellas. Pero sólo en las elecciones municipales, no en las nacionales....

Lo cierto es que no todos los ciudadanos podían dedicarse a la vida política. Había sido habitual siempre que fueran los ciudadanos de las clases sociales más pudientes los que se dedicaran a ello:  la vida  política implicaba poder, pero también muchos gastos que sólo podían afrontar las clases más ricas: los patricii (  nobleza,   cuyo nombre deriva de la palabra patres  (nombre dado a los varones  que junto a Rómulo fundaron la ciudad de Roma) ; y los equites  ( de donde  caball-eros)  una especie de clase media, por así decirlo, que tenía buenos ingresos  económicos a menudo obtenidos del comercio ( de donde se deduce que podían comprar sus caballos propios); no debemos olvidar un importante detalle:  podían acceder a una buena formación cultural ya que podían paga las clases de profesores de retórica que les enseñaban los entresijos del discurso político, esencial en un sistema en que el dominio de la palabra era esencial para poder vencer y convencer.

Naturalmente eran y siguen siendo los que en la sociedad romana y en la nuestra tienen más interés en controlar los hilos de la vida política. ¿ no?  Ya decían los romanos, y con razón, eso de nihil  novi sub sole  ( nada nuevo bajo el sol).

No quiere decir esto que el pueblo no tuviera  ningún papel en la política. La  plebs o populus,  de las dos maneras podía llamarse, habitualmente se dedicaba a sus tareas: trabajar, claro está. No daba el tiempo, ni la formación cultural para dedicarse a actividades más elevadas.  
Hermanos Graco, Tiberio y Cayo.
Tribunos de la plebe.
Muchos años de luchas internas lo habían llevado  a  disfrutar de algunos derechos y garantías.  A pesar de que el sistema electoral  no era muy equitativo que digamos y favorecía a los sectores arriba mencionados,   el pueblo no estaba indefenso. Tenía una poderosa arma para defenderse de los excesos y abusos de los pudientes y eran sus Tribunos de la plebe , diez magistrados que los representaban, inviolables y de carácter casi sagrado, que tenían además derecho de veto  sobre las decisiones tomadas por otros magistrados. Este  carácter sagrado  no libró  a los hermanos Graco, Tiberio y Cayo, ferreos luchadores por los derechos del campesinado, de caer asesinados por miembros del propio senado, alarmados por las políticas de reforma agraria que  los hermanos habían emprendido.

El llamado cursus Honorum tiene en realidad cuatro magistraturas jerárquicas: es necesario pasar por  cada una para alcanzar la siguiente. Pero ¿ qué poderes otorgaban?  Vamos a dejar claras dos cositas:
  
Los magistrados ejercen dos formas diferentes de poder.  En el primer caso llamamos potestas ( potestad)  al poder que les permite  administrar las actividades civiles y religiosas de la ciudad: leer e interpretar los augurios, convocar al pueblo, presidir las sesiones del Senado, promulgar edictos e incluso poner multas.  En el segundo caso es un verdadero poder fáctico: nos referimos al imperium o poder que permite   tomar los augurios fuera de Roma, y lo que es más importante, el poder sobre los ejércitos  y en última instancia ( y sólo en casos muy graves) el derecho de vida o muerte sobre los ciudadanos.

Todos los magistrados tenían potestas, pero no todos imperium.... El  mando sobre el ejército, y por consiguiente sobre la vida y la muerte era  materia delicada y sólo se permitía a la magistratura más alta: los dos cónsules.


A continuación   se expone un   gráfico  en el que se detalla  el cursus honorum.  En la línea vertical las cuatro magistraturas que  formaban la carrera: cuestores, ediles, pretores y  cónsules.  En diagonal, los tribunos de la plebe ( una manera transversal de saltarse  el primer peldaño y de acceder a edil).  En los laterales se señalan  algunos cargos políticos que no formaban parte de la carrera pero se obtenían como consecuencia de haber  desempeñado  una magistratura , propretores y procónsules; una especie de reposo en dique seco antes de afrontar la nueva travesía hacia la magistratura superior.
Finalmente tenemos  a los censores, elegidos de entre los ex cónsules  a modo de retiro  político honroso.  Y sólo en casos excepcionales y de manera temporal podía  uno de los dos senadores ser elegido como Dictator para concentrar en una sola persona todos los poderes. Solucionada la crisis, el dictator debía volver a entregar en poder al senado y al pueblo, sus legítimos dueños.  A no ser que, como Julio César, lograra que el cargo le fiera renovado año tras año convirtiéndose así en un Dictator pertetuus, que venía a ser  una especie de rey o el comienzo de lo que su sobrino Octavio Augusto continuaría en el Imperio.




Y bueno, Huelga decir, claro, que con la llegada del Imperio ( tras la muerte de Julio César toma el poder su sobrino Octavio Augusto),  las magistraturas , el senado  y demás cargos siguieron presentes en la vida política, pero sólo fueron un espejismo de una realidad que ya no funcionaba: el emperador había vuelto a asumir, como en un principio, todos los poderes, o incluso  más que los que el rey pudo ejercer en el período primero monárquico. La carrera política se multiplicó con cargos  repartidos por el inmenso  territorio del Imperio, unos cargos  directamente designados por la voluntad del emperador de Roma y no por la voluntad del pueblo.  La famosa leyenda que habían paseado las legiones Romanas por todo el mundo SPQR  ( senatus populusque Romanus) en sus estandartes, se convirtió en una reliquia de los que  fue en tiempos de la gloriosa república:  el poder  del Senado y del pueblo Romano.otro tema diferente es de las elecciones, que abordaremos en otra ocasión. 


Espero haber aclarado un poco más este complejo panorama político de Roma  y que te ayude a entender también algunos de los hechos políticos a los que como futuro  votante  te vas a enfrentar.

Vale. ( saludo y despedida en latín).




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